Revista Killkana Sociales Vol. 6, No. 2, mayo-agosto, 2022
59Terapia cognitivo conductual, diabetes y depresión. Una revisión bibliográfica
Una vez que se describieron de manera breve los ocho artículos revisados, es posible,
a modo de discusión, expresar unos comentarios que respondan al objetivo general planteado
en el desarrollo del presente manuscrito, mismo que es: presentar la evidencia disponible sobre
la ecacia de la Terapia Cognitivo Conductual aplicada en el tratamiento de la sintomatología
depresiva en pacientes adultos con diabetes.
Es importante recalcar, previo a abordar el objetivo general, que los artículos incluidos
en la presente revisión bibliográca proceden, en su mayoría, de Estados Unidos (n = 3) y de
Europa, en especíco, de Países Bajos (n = 2) y de Alemania (n = 2); además, se identicó e
incorporó un Ensayo Clínico Aleatorizado desarrollado en Australia. De estos, a excepción de
Safren et al. (2014), cuya muestra incluyó pacientes que presentaban DT2 y de Cummings et al.
(2019), quienes trabajaron únicamente con personas que presentaban DT1; todos los artículos
incluyeron población diagnosticada con DT1 o DT2.
En este sentido, similar a lo descrito por Li et al. (2017) y Zakhour et al. (2020) en sus
revisiones sistemáticas, la TCC mostró ser una intervención ecaz para reducir los síntomas
depresivos en pacientes con DT1 o DT2 al nalizar el tratamiento (Cummings et al., 2019;
Groot et al., 2019 y Safren et al., 2014), así como, para mantener estos efectos positivos en el
seguimiento a los 3 meses (Newby et al., 2017), a los 12 meses (Hemmans et al., 2015) y a los 15
meses (Petrak et al., 2015).
En concreto, Hermanns et al. (2015), reeren que la TCC es capaz de reducir hasta
el 37% de la sintomatología depresiva en pacientes con DT1 o DT2; ante lo cual, Tovote et al.
(2017), señalan que la ecacia de este modelo psicoterapéutico se encuentra mediado por el
nivel de educación y la historia de cuidado de los pacientes.
Además, la TCC tendría efectos positivos para incrementar la adherencia al
medicamento (Safren et al., 2014; y, Cummings et al., 2019) las conductas de autocuidado
(Cummings et al., 2019; Hemmans et al., 2015; y, Safren et al., 2014) y el bienestar percibido
(Newby et al., 2017; y, Tovote et al., 2014); así como, para reducir la angustia relacionada con
la diabetes (Cummings et al., 2019; Newby et al., 2017; y, Tovote et al., 2014) y lo síntomas de
ansiedad (Tovote et al., 2014; y, Newby et al., 2017).
En este contexto, en comparación con otras intervenciones, la TCC mostró ser más
ecaz, para abordar la sintomatología depresiva en pacientes con DT1 o DT2, que el Tratamiento
Habitual (Groot et al., 2019; Safren et al., 2014; y, Newby et al., 2017), que la Educación en
Diabetes (Hermmans et al., 2015) y que la Terapia de Solución de Problemas (Cummings et al.,
2019); igual de ecaz que la Terapia Cognitiva Basada en el Mindfulness (Tovote et al., 2014); y.
menos ecaz, contrario a lo señalado por Rodríguez y Gonzáles (2020), que la administración
de sertralina (Petrak et al., 2015).
Por otra parte, es preciso puntualizar que, respecto a la media de hemoglobina
glicosilada en la sangre, existen resultados disimiles, mientras Petrak et al. (2015) no encontró
diferencias, en su ECA, entre los puntajes pre y post intervención con TCC sobre esta medida;
Groot et al. (2019) y Newby et al. (2017) señalan que la TCC es ecaz para reducir la media de
HbA en los participantes con DT2 y DT1, respectivamente.
Además, es necesario recalcar que, los procesos de intervención, aplicados en
los ECA revisados, son heterogéneos; respecto al número de sesiones, estas oscilan entre
5 (Hermmans et al., 2014) y 12 (Safren et al., 2014; y, Cummings et al., 2019); su tiempo de