Revista Killkana Sociales Vol. 5, No. 3, septiembre-diciembre, 2021
41El Concepto resistencia como crítica a la modernidad
denir las distancias entre resistencia y contrahegemonía, identicando las características
claves de estos conceptos en las obras de Gramsci y añadir el aporte personal del autor al
concepto de resistencia. Es relevante discutir estos argumentos para probar y mejorar las
matrices conceptuales en su aplicación empírica, y contribuir a los estudios existentes.
Las categorías hegemonía, contrahegemonía y resistencia tienen vínculos históricos y
teóricos. En 1852 Marx analizó la categoría hegemonía en el 18 Brumario de Luis Bonaparte (Marx,
2004) como la articulación económica, política, armada, cultural, ideológica, religiosa de la
mayoría de clases y grupos de la sociedad burguesa en la conguración del pueblo que incluye
grupos precapitalistas del campo y la ciudad. Más tarde, Ulianov razonó esta hegemonía como
la alianza obrero-campesina en las Cartas desde Lejos (1973) y la hegemonía internacional
en Imperialismo fase superior del capitalismo (2001). Pero es Gramsci quien analiza de modo
sistemático la categoría hegemonía. Gramsci no usa el concepto de contrahegemonía sino el
de hegemonía proletaria, pero ya se ha hecho costumbre en los estudios este término y en este
artículo se mantiene el primer concepto.
En la teoría social se ha usado el concepto de resistencia frecuentemente de modo
polisémico. Algunos estudios clásicos, estadounidenses, sobre el desarrollo de las resistencias
sociales se enfocaron en los procesos políticos de la insurrección de los pueblos negros
(McAdam, 1982); en los orígenes y condiciones de la contención en diferentes escenarios con
interacción de actores, instituciones y procesos de movilización y desmovilización, así como
sus formas de medición (McAdam, Tarrow, & Charles, 2001; McAdam, Tarrow, & Tilly, 2008).
Otros autores han acordado que son dos las características constituyentes del concepto
resistencia: acción y oposición sobre un hecho (Scott, 1985; Rubin, 1996; Hollander & Einwohner,
2004). Los estudios subalternos o desde la perspectiva de Gramsci son fundamentales
en cuanto relacionan los conceptos hegemonía, contrahegemonía y resistencias sociales,
(Sader, 2002; Campione, 2005; Modonesi, 2005; Lischetti, Cueva, Chiriguini, & et al., 2006;
Florit & Piedracueva, 2015; Márquez & Ardévol, 2018; De Sousa Santos, 2018). Es importante
observar que estos conceptos se expanden en el análisis de los movimientos sociales que se
desenvuelven en Latinoamérica (Dagnino, 2000).
Este artículo analiza las deniciones de Gramsci en los Cuadernos de la Cárcel (1999a,
1999b y 1999c) y las Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado Moderno (1980).
Para Gramsci (1999a) la hegemonía es una articulación histórica de dominio, social, política,
económica, territorial, ideológica, lingüística e intelectual de las clases por la combinación de
fuerzas y consensos sobre otras, para así transformarse en clases dominantes (113, 114, 124,
145). Aunque la hegemonía se resquebraje en lo político y económico, esta tiene reservas en
la cultura, la academia, los intelectuales, la burocracia, la policía, los militares, la religión. La
guerra, sostiene Gramsci, –el conicto de modo general– a veces no debilita, sino refuerza la
hegemonía burguesa (125). A esta hegemonía de las clases dominantes se opone la hegemonía
forjada por las clases subalternas cuando estas se rebelan (contrahegemonía), que aún así
siguen sufriendo la iniciativa de las clases dominantes. En el proceso del conjunto de las
clases subalternas “una ejercerá ya una hegemonía” sobre las otras (1999b, 89).
Gramsci explica que el orecimiento “superestructural” es la “cuestión fundamental
de la hegemonía” (Gramsci, 1980, pág. 292). La división de poderes del Estado, dice Gramsci,
surge de la lucha entre la sociedad civil y la sociedad política con un “equilibrio inestable de
clases”, donde casi todas las categorías de intelectuales sirven al Estado (burocracia civil
y militar) congurando la hegemonía (Gramsci, 1980, pág. 104). Los poderes (parlamento,
magistratura y gobierno) son órganos de la hegemonía política. El Estado actúa “como
representante de toda tentativa de cristalizar en forma permanente una determinada etapa